Von Bächlen, Schwarzwälder Kirschtorte und Completos – meine Vernetzungsreise an die PH Freiburg im Dezember 2022…
Die Anreise war lang: Der Zug hatte Verspätung, der Zugbahnhof in Stuttgart war eine einzige Baustelle, wir haben lange gebraucht, um überhaupt zu den richtigen Gleisen zu kommen… Es war kalt, dunkel und wir hatten Hunger. Zu allem Übel haben wir letztendlich auch noch den Zug verpasst und kamen erst gegen Mitternacht an unserem Ziel, an der PH Freiburg an. Aber da erwartete uns eine freundliche Hilfskraft, die uns sehr geholfen hat, mit dem Internet zurechtzukommen, weil wir kein WLAN in der Wohnung hatten und unbedingt mit unseren Familien kommunizieren mussten…
Am nächsten Tag konnte unsere Vernetzungsreise mit Gastdozentur beginnen. Und wenn ich sage „unsere“, dann meine ich auch meinen hispanistischen Kollegen Omar Salazar aus dem Departamento de Español der Facultad de Humanidades. Ziel unseres Aufenthalts war u.a., die Vernetzung und kooperative Zusammenarbeit zwischen unseren Universitäten aufzubauen und Beiträge in verschiedenen Seminaren zu halten, in meinem Fall im Seminar "Sprachgeschichte, Migration und Mehrsprachigkeit”. Es ging hier um zwei Beiträge, einmal über das Thema der deutschen Einwanderung und der deutschen Schulen in Lateinamerika - am Beispiel von Chile und Argentinien - und einmal über das Thema Spanisch-Deutscher Sprachkontakt in Lateinamerika - am Beispiel des Belgrano-Deutsch in Argentinien und Launadeutsch im Süden Chiles.
Die Kolleg/-innen des Fachbereichs Germanistik und DaF/DaZ haben mich liebevoll empfangen, waren hilfsbereit und wir haben Gespräche geführt, wie wir unsere Zusammenarbeit besser und effektiver aufbauen können – u.a. in unserem neuen Studienprogramm an der UdeC, mit dem wir als einzige Institution im Süden Chiles ab 2023 Deutschlehrkräfte ausbilden werden. Geplant ist vor diesem Hintergrund beispielsweise, dass unsere Deutsch-Lehramtsstudierende während des Studiums für ein Semester an die PH Freiburg kommen und während dieser Zeit Kurse und Praktika belegen, die ihnen bei uns vollständig angerechnet werden – und darüber hinaus natürlich wertvolle Erfahrungen in der deutschen Sprache und Kultur sammeln, an einem der schönsten Flecken Deutschlands.
Kommen wir nun kurz zum touristischen Aspekt: Die Stadt Freiburg ist zweifelsfrei sehr empfehlenswert. Besonders schön fand ich persönlich beispielsweise den Weihnachtsmarkt, wo ich Kartoffelpuffer gegessen habe und Glühwein (und die alkoholfreie Version Kinderpunsch) getrunken habe, aber auch die Umgebung, den Schwarzwald, die Seen, die Nähe zu vielen weiteren interessanten Orten: Am ersten Tag haben wir uns in den engen Gassen richtig schön verlaufen, aber es ist schön, sich manchmal zu verlaufen und sich dann wieder zu finden…. Überall in der Altstadt gibt es Bächle, die kleinen Wasserläufe in den Straßen. Wer in eines der Bächle tritt, wird einen Freiburger heiraten, so der Spruch aus dem Volksmund. Ich weiß nicht, ob dieser alte Spruch als Wunsch oder Drohung gemeint ist. Ich denke eher an die erste Option, denn alle Menschen, die ich in Freiburg kennen gelernt habe, waren sehr höflich und hilfsbereit. Übrigens gibt es auch das Freiburger Bächleboot, das man als Souvenir in der Kajo (Kaiser-Joseph-Straße) kaufen kann.
Sehr schön sind auch der Titisee und der Schluchsee im Schwarzwald, wo ich meine zweitbeste Schwarzwälder Kirschtorte gegessen habe. - Die beste habe ich am “bunten Abend” in der PH gegessen…
Der „Bunte Abend“ an der PH war ein weiteres Highlight unseres Aufenthalts: Von Kolleg/-innen des International Office und der Romanistik, aber auch von Gaststudierenden aus unterschiedlichen Ecken der Hispanophonie, wurden Studienangebote und Auslandsprogramme für hispanophile Studierende vorgestellt. Im Anschluss gab es außerdem ein üppiges Buffet, zu dem Spezialitäten aus Spanien, Lateinamerika und „Baden“ mitgebracht wurden (hier kam ich eben auch in den Genuss der allerbesten Schwarzwälder Kirschtorte überhaupt, gebacken von einer Studentin – danke, Sarah!). Und dank der kolumbianischen Studierenden wurde sogar getanzt… Auch Omar und ich haben versucht, den Abend mit chilenischen Einflüssen zu bereichern – dafür haben wir nicht nur eine kurze Präsentation vorbereitet und Anekdoten erzählt, sondern auch gekocht (und das, obwohl ich keine tolle Köchin bin…). Dann kamen wir auf die Idee des Completo alemán (Hot dogs mit Avocado, Tomate, Sauerkraut, Mayonnaise und Ketchup…) – sie waren ein großer Erfolg an einem einfach rundum gelungenen Abend.
Weniger gelungen war unsere Rückreise, die eher einem großen Chaos glich: Es gab so viel Verspätung mit Zügen und Flügen, dass wir ein Tag später nach Chile fliegen mussten, weil wir unseren Flug von Frankfurt nach Santiago de Chile verpasst haben… Hiermit verbunden war die Angst, das Flugticket noch einmal kaufen zu müssen, was uns tatsächlich die meisten Sorge bereitete, denn trotz der großzügigen Förderung durch die BW-Stiftung und die PH Freiburg ist Deutschland für uns ein wahnsinnig teures Reiseland…
Deshalb empfehle ich allen Leser/-innen, viel zu reisen, jede Reiser aber auch mit viel Zeit zu planen.
Für uns war die Zeit in Freiburg eine tolle Erfahrung! Trotz der Schattenseiten während der Hin- und Rückreise (und einiger noch gar nicht erwähnter Blessuren durch badisches Blitzeis…).
Gabriela Kotz (Universidad de Concepción)
Tres razones para disfrutar de una visita académica en la Universidad de Freiburg
1. El idioma: cuando inicié el viaje a Alemania para hacer una estadía en la Universidad de Freiburg por 17 días (noviembre-diciembre 2022), una de mis preocupaciones era mi nula habilidad para comunicarme en alemán. Iba a dictar un seminario en Español de América para estudiantes que se preparan para ser profesores de español, lo cual resolvía, en parte, el problema comunicativo, por lo menos, en el aula; pero fuera de la universidad … Bueno, pensé, el inglés con que he viajado siempre fue suficiente para comprar, usar el transporte, preguntar por información importante, sobrevivir, en general. Sin embargo, al llegar a la estación terminal de trenes en Stuttgart, mis preocupaciones comenzaron a disiparse: Alemania es un espacio multicultural, por ello, los lugares públicos están preparados para recibir y orientar al viajero no alemán o que no habla alemán. En la estación de trenes, había líneas de colores para la información básica (rojo para llegar a un lugar de información, amarillo para llegar a un andén, azul para salir de la estación). Luego, para comprar un ticket de tren, había una máquina en cuya pantalla se encuentra, entre otras, una banderita española que, obviamente, cambia las instrucciones en alemán a instrucciones en español. En este punto, ya tenía la sensación de que el idioma no sería una barrera para la disfrutar de la visita. Solo un detalle: la información que proporciona la máquina no aclara bien que un ticket Stuttgart – Freiburg puede costar 50 euros o 57 euros. ¿Por qué la diferencia? Porque si se paga siete euros más, no hay problema con que uno pierda un tren; se puede ocupar el boleto nuevamente. En cambio, si se paga 50 euros, solo sirve para el día y hora que indica el ticket. Entonces, es bueno saber que por siete euros no tienes que andar corriendo, puedes tomar un café tranquilamente y caminar a tu tren sin el temor de que esté cerrando las puertas cuando estás llegando … como le ocurrió a alguien que tuvo que volver a comprar un ticket, se entiende ¿cierto?. Una experiencia más con el idioma fue el momento en que en una tienda tuve que pagar una compra. El cajero me dijo algo en alemán que, desde luego, no entendí; solo respondí con cara de “no tengo idea de qué me habla”, luego de lo cual se produjo el siguiente diálogo:
- Do you speak English? Do you speak Spanish?
- Sí!
- Yo también hablo español! – dijo el cajero- Necesita una bolsa? (con cara y tono amable)
Conclusión 1: en Alemania se habla alemán y, además, la gente está dispuesta a hablar en otro idioma si ello facilita la comunicación.
2. La comida: una de las cosas a la que debe acostumbrarse quien vista un país diferente al propio es al sabor de la comida, incluso de la que uno conoce. Por ejemplo, para mí, la leche en USA es un poco más salada, en Brasil es más dulce y en Chile tiene un sabor intermedio. Para cualquier viajero, si dispone de un supermercado cerca, encontrará lo necesario para alimentarse. Para un chileno, si hay un supermercado y una panadería, la comida es un problema resuelto. Para explicar mi experiencia con la comida en Freiburg, debo dar un poco de contexto: el 1 de diciembre inicié el Seminario de Lingüística sobre Español de América, cuyas clases se impartieron en la Universidad Pedagógica de Friburgo y la Universidad de Friburgo. En el curso, participó un total de 9 estudiantes. Fue un grupo amable, participativo y atentos a asistir al profesor si necesitaba conexión a internet o requería comprar algo de comer. Esto último me permitió saber dónde había un supermercado y dónde encontrar una panadería. El supermercado me proveía de buena comida preparada (incluida la vegana y la vegetariana) que me salvaba de cocinar en el departamento; y la panadería … era como la tierra prometida: para un chileno, que culturalmente siempre encuentra una razón para comer pan a cualquier hora del día, entrar a un lugar con tanta variedad de pan era un momento de contenida felicidad (no era necesario exteriorizar exageradamente la alegría de encontrar tanto pan disponible y de diverso tipo). Otro momento memorable con la comida, en el que pude sentirme como en Chile, fue la noche en que nos reunimos en la Universidad visitantes de distintos países y pudimos compartir comida representativa de cada lugar. Cada uno debía preparar comida típica. Sinceramente, no se me ocurría qué preparar que dejara una buena imagen gastronómica de Chile ¿Qué podría ofrecer que estuviera a la altura de una torta Selva Negra o tortilla española? Para mí, era un desafío mayúsculo. Afortunadamente, dos alemanas que conocían Chile me sugirieron preparar “Completos”, una versión chilena del “hot dog” gringo. En los años 20, un chileno conoció el hot dog en USA y lo introdujo en Chile con gran éxito. Este chileno previsor, pensó que pan y salchicha eran una buena base para, con el debido “up grade”, lograr un alimento “completo”, esto es: pan, salchicha, repollo cocido (chucrut), tomate, palta molida (abocado), mayonesa y mostaza (en ese orden). Según el gusto del consumidor, se puede agregar ketchup y/o salsa picante. Debo confesar que no tenía mucha confianza en que mi propuesta de comida típica fuera un suceso en el encuentro internacional; pero si de 30 completos preparados quedaron 3, creo que puedo afirmar que el Completo está para trascender la frontera chilena. Por último, visitar la Feria Navideña en Freiburg y encontrarme con glühwein (vino caliente especiado), fue definitivamente como estar en casa: glühwein o “navegado” se puede encontrar en Chile en cualquier época del año en un restaurante popular, no solo como bebida típica de Navidad.
Conclusión 2: la comida de cada país puede ser idiosincrática y es preciso estar abierto a probar lo diferente o típico de cada lugar, tal vez, en esa experiencia uno se encuentra con que lo que creía original no lo era tanto; pues la comida, históricamente, ha sido llevada y traída por los viajeros y lo más probable es que disfrutemos lo propio (con algunas variantes) en los lugares más lejanos.
3. Los hábitos: los alemanes son conocidos por su respeto estricto a los horarios. Y lo pude comprobar, permítanme ejemplificarlo con la siguiente experiencia: hice clase en dos sedes de la Universidad de Freiburg (la Universidad Pedagógica de Freiburg y la Universidad de Freiburg). Entre ambas sedes, me movilizaba en tranvía. Cada día, con religiosa puntualidad, cada cuatro minutos, pasaba mi tranvía. Un día de diciembre, cuando la temperatura matinal estaba varios grados bajo cero y había congelado el pavimento, con mucha dificultad (y riesgo de caída) caminaba para llegar a mi tranvía. Ya estaba sobre la hora de salida y no quería pasar eternos cuatro minutos, bajo el frío, esperando el próximo tren, si no alcanzaba a llegar a la hora de salida. Ya a unos metros de la estación (Littenweiler), el tranvía estaba preparado para salir. Un poco agitado, apuré el paso para alcanzarlo con cara de preocupación por no lograrlo. En ese momento, veo que el conductor baja del tren y hace gestos para que los atrasados pasajeros caminen despacio para evitar el peligro de caer. O sea, dejó de lado la puntualidad germana para esperar a los pasajeros que llegaran seguros a tomar el transporte. Me quedó claro que una cosa es la puntualidad y otra es el criterio para cumplir con los horarios considerando las condiciones en que se transita.
Conclusión 3: una cultura puede ser reconocida por un hábito tan apreciado como cumplir estrictamente con los horarios y, con ello, mostrar respeto hacia los demás. Pero tan importante como lo anterior es mostrar flexibilidad cuando el sentido común lo indica, ésta es una cualidad que se agradece. Y mucho cuando uno viene de una cultura, a veces, demasiado flexible.
Estas son las razones que me permiten afirmar que una visita académica a la Universidad de Freiburg es una experiencia para disfrutar. Como extranjero, encontré un ambiente preparado para convivir con la diversidad, que ofrece oportunidades para conocer cosas nuevas, pero también encontrar lo propio y brinda la flexibilidad suficiente para aplicarla cuando la realidad la impone.
Omar Salazar (Universidad de Concepción)